No se ha de comer, ni beber sino a las horas acostumbradas, y entonces dando gracias a Dios: A. Ve la palabra: Comida, y Gula. Deseaba la santa hacer un concierto con cinco personas que se trataban en Dios, para que las unas se advirtiesen a las otras recíprocamente, los defectos que conociesen: V. Ve la palabra: Tribulaciones, Penas, Trabajos, y Sequedades. Era la santa naturalmente agradecida: N. Agravios Nunca ha de pensar el religioso que le hacen agravio en su religión: C. Toda persona que quiere ser perfecta ha de huir de pensar en que tuvo razón en lo que hace, y que no la tiene, el que la ejercita: C.
Galería de Historia de Arte. Los diez libros de las Éticas o Morales de Aristóteles, escritas a su cachorro Nicomaco, traducidos fiel y originalmente del mismo texto griego en lengua vulgar castellana, por Pedro Simón Abril, enseñante de letras humanas y filosofía, y dirigidos a la S. Cuando me paro a considerar las cosas que del gobierno y policía humana los historiadores antiguos, griegos y latinos, han dejado escritas, S. Pues no benjamín ocasión para ello hay agora, y ha habido siempre, que la hubo entonces, pues así en la conflagración como en la paz se han ofrecido en el mundo, y ofrecen, cosas en que la elocuencia y prudencia pueden desplegar anchamente sus banderas. Sola una causa hallo, y ésta tengo para mí que es la total causa desto, que es la diversidad de los lenguajes. Y así, con mediana diligencia que ponían, venían a ser doctos: ni les época forzado para sólo entender el germanía, como agora lo hacemos, gastar los mejores años de la vida. Porque, considere V.
Capítulo 21 Prosigue y acaba este último grado de oración. Tiene buena enseñanzas. Aquí no se teme perder biografía ni honra por amor de Jesucristo. Por un punto de aumento en la fe y de haber cubo luz en algo a los herejes, perdería mil reinos, y con amovible. Si me dierais estado para largar a voces esto, no me creyeran, como hacen a muchos que lo saben decir de otra suerte que yo; mas al menos satisfaciérame yo. Paréceme que tuviera en poco la vida por dar a entender una sola verdad de éstas; no sé después lo que hiciera, que no hay que fiar de mí.
Las novelas de Eduardo Mendoza constituyen una propuesta muy original entre los diversos intentos de construcción literaria de la ciudad. En el mundo narrativo de Mendoza se confirma una situación o cronotopo reincidente: el loco, extraño, parvenu Lepprince, Bouvila, Prullàs integrado por impostación en una alta burguesía barcelonesa, en un tiempo histórico muy preciso que ilustra retrospectivamente el presente. Como es sabido el cronotopo es la materialización principal del tiempo en el aforo, el centro de la concretización y encarnación representativo de toda la novelística. La ciudad sirve no como único fondo, sino que adquiere categoría de personaje. Algo así sucede en las novelas de Mendoza, siempre preñadas de cervantismo de la mejor estirpe: el loco protagonista puede presentar, o mejor indagar, la normalidad del mundo advenedizo a través de una peripecia fundamental. Pero en el fondo no hace sino ofrecer una mirada deformada de una realidad bien conocida por el narrador y por buena parte de sus lectores. O el personaje de Prullàs, de Una comedia ligera, artífice teatral que huye de su ambiente familiar burgués y se refugia en sórdidos ambientes de teatro en la tórrida ciudad. Esta relativa unidad de proyecto narrativo es lo que me permite leer estas novelas de Eduardo Mendoza como una suerte de trilogía de novelas urbanas, complementadas en parte con la serie detectivesca.