Se iba a marchar. Me duele que existas, que vivas y sientas Que tengas un nombre de fruto prohibido Hubiera querido que fueras un sueño Y tenerte dentro, muy mía, muy mía. Fuiste bastante malo como poeta, Pedro. Y no veo nada relacionado con Carmen en tu poesía. Amalia pontificaba que hay que ser objetivo, y se había puesto a fantasear. La vida es una larga sensación de pérdida». Carmen, en su cuaderno. Cenamos en el San Roque.
Hace dos días tampoco fue al cole, y yo, como soy muy mala madre le puse la tele y seguí durmiendo toda la mañana, ya de vez en cuando él venía a despertarme, yo me levantaba y me volvía a dormir. Una buena madre no dejaría sin vigilancia a un niño de tres años entretanto duerme. Pero yo soy una bastante mala madre. No es la primera vez que me duermo y llegamos corriendo o tarde. Sé que os echaréis las manos a la cabeza. Estoy enferma, pero tengo una achaque que para muchos es un albedrío. Años luchando contra mi enfermedad Llevo años luchando, aunque muchos consideran que si luchara de verdad lo habría superado.
Existe en nuestra sociedad algo peor que no querer ser madre. Pensar y, sobre todo, decir que ha sido un error haberlo sido. Donath recopila y analiza con agudeza 23 testimonios de mujeres que aseguran haberse contrito de haber sido madres. Las mujeres entrevistadas por Orna Donath no realizan tal afirmación, al contrario. Lo que emerge de la lectura de sus entrevistas es que de lo que se arrepienten es de no acaecer podido vivir sus vidas como efectivamente las hubieran querido vivir. Cuando se termina de leer los testimonios, una palabra acude de inmediato a la mente: libertad. La libertad de cualquier persona de vivir la vida como la quiera vivir y no de acuerdo con las convenciones ni las presiones de determinados ambientes ni de sus parejas. Porque ser madre, ya todavía cueste asumirlo, no es una obligación.