Juan Valera Esta carta inocente, tan propia de una niña de diez y seis años, discreta y educada con devoción y recogimiento, gustó mucho al Comendador; pero también le dio no poco que pensar. No entraremos nosotros en el fondo de su alma a escudriñar sus pensamientos, y nos limitaremos a decir que tomó tres resoluciones, de resultas de aquella lectura. Carlos para conocer hasta qué punto amaba de veras a la niña y merecía su amor, y la tercera, tratar con el P. Jacinto y proporcionarse en él un aliado para la guerra que tal vez tendría que declarar a la madre de Clarita. Fadrique levantarse al día siguiente de madrugada, aguardar en la calle a Doña Blanca cuando ella saliese para acudir a la iglesia, e ir derecho a hablarle, sin miedo alguno.
Con un poco de suerte, comienza una conversación entre esas dos personas aun hace unos segundos desconocidas y, si todo sale bien, un día materializan sus pensamientos e intenciones. Es el funcionamiento de las aplicaciones de citas, nacidas para ligar o, simplemente, para encontrar una amistad, sea Tinder, Badoo, Grindr, Meetic Sí, en cierto guisa. Ibicencos que buscaban un compañero de vida, viudas que necesitaban a un amigo para ir al cine o al teatro o mujeres con apremio de bailar por las tardes con otras amigas. Ese era el ánima que copaba el papel con sus deseos. Finalmente, la hermana de Rose, el otro personaje estelar, decide responder a la cita por ella y Greg tiene una cita con la misma Rose, también docente en la enseñanza académica.
Contactame Federico Rosso Construyo narrativas corporativas. Aprovechamiento las herramientas del periodismo, el marketing y la comunicación digital para gestar relatos de personas, marcas y organizaciones. Mejor les cuento la historia y ustedes me dicen que piensan, en todo caso. Mi mujer es costarricense y yo argentino y vivimos en Costa Rica, que para mí es un país hermoso, discreto y sencillo. Como argentino que soy yo me cuido mucho de no pasar por argentino, digo por esa mal difundida reputación de las mayorías.
Generación Gimeno de Flaquer La modestia es una bellísima cualidad que enaltece a quien la posee. La mujer modesta semejase a la sampaguita que solo abre su broche encantador en la hora de las sombras, a la sensitiva que pliega sus hojas cuando la arrancan de su tallo, a la balsamina que muere de decencia al recibir el primer beso del sol, a la delicada flor del convólvulos que se marchita al acercarle el aliento. El filósofo inglés Young comprendió perfectamente la necesidad de la modestia en la mujer, y exclamaba de continuo: «Las mujeres no deben tener nada desnudo; hasta los encantos del espíritu deben ser ocultos por el velo de la modestia». Me hallaba yo una tarde de Mayo contemplando una hermosa puesta de sol en compañía de un mexicano bastante inteligente, cuando llamé su atención hacia unas pequeñas nubes que por sus caprichosos giros tomaban formas tan variadas como poéticas. Una de aquellas nubecillas flotaba sobre nuestras cabezas, y había atraído nuestra atención por su galano contorno que tenía la forma de una mujer. Se han dado muchas, y ninguna me satisface. Sí, lectoras mías, conservad esa casta vergüenza que es la belleza moral de la mujer. El pudor reprime la lascivia, y un hombre delicado, lejos de encontrarlo importuno, lo celebra en la mujer. El pudor es la lírica del amor, como el amor es la poesía de la vida.